lunes, 27 de octubre de 2014
Danzo por ti
"Tu Dios está en medio de ti,
¡un poderoso Salvador!
Él exulta de gozo por ti,
te renueva por su amor;
danza por ti con gritos de júbilo,
como en los días de fiesta".
Sofonías 3, 17-18
"Cambiaste mi luto en danza,
me quitaste el sayal y me vestiste de fiesta.
Por eso mi corazón te canta sin cesar,
Señor, Dios mío, te daré gracias siempre".
Salmo 30
jueves, 23 de octubre de 2014
sábado, 18 de octubre de 2014
Ante tu sagrada morada
lunes, 13 de octubre de 2014
Para Vos nací
"Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
La gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención
pues por vuestra me ofrecí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad;
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo:
pues del todo me rendí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración;
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o, por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía.
Dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí y allí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando
quiero por amor holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando:
decid dónde, cómo y cuándo,
decid dulce Amor, decid:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa,
o estéril, si cumple así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea José puesto en cadena,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo pena,
o ya David encumbrado.
Sea Jonás anegado,
o libertado de allí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Haga fruto o no lo haga,
esté callando o hablando,
muéstrame la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo Vos en mí vivid.
¿Qué mandáis hacer de mi?
Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?"
Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
domingo, 12 de octubre de 2014
sábado, 11 de octubre de 2014
Mándame tu sabiduría, Señor
"Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor".
Sabiduría 9, 1-6. 9-11
domingo, 5 de octubre de 2014
Santa Faustina: "Jesús mío, transfórmame en Ti"
• "Oh Jesús mío, por la confianza en Ti Trenzo miles de coronas y sé
Que todas florecerán
Y sé que florecerán cuando las
Ilumine el Sol Divino.
Oh gran y Divino Sacramento
Que ocultas a mi Dios
Jesús acompáñame en cada momento,
Y ningún temor invadirá mi corazón".
• "Me abrazo al Corazón de Dios, como el niño recién nacido al pecho de su madre. Miro todo con ojos distintos. Estoy consciente de lo que el Señor ha hecho en mi alma con una palabra; de esto vivo".
• "Oh, Hostia Santa, Tú estás encerrada para mi en un cáliz de oro,
para que en la grande selva del exilio yo camine pura, inmaculada, intacta, y que lo haga el poder de Tu amor.
Oh, Hostia Santa, habita en mi alma, Purísimo Amor de mi corazón;
Que Tu luz disipe las tinieblas;
Tú no niegas la gracia a un corazón humilde.
Oh, Hostia Santa, Delicia del Paraíso, Aunque ocultas Tu belleza
y Te presentas a mí en una miga de pan la fuerte fe desgarra este velo".
• "Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerrare en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí".
• "Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo".
• "Mi corazón es la morada estable de Jesús. Además de Jesús nadie tiene acceso a él. De Jesús recojo fuerzas para luchar contra todas las dificultades y contrariedades. Deseo transformarme en Jesús para poder dedicarme perfectamente a las almas. Sin Jesús no me acercaría a las almas, porque sé lo que soy yo por mi misma. Absorbo a Dios en mí, para entregarlo a las almas".
• "Desde la primera vez que conocí al Señor, la mirada de mi alma se ha hundido en Él por la eternidad. Cada vez que el Señor se acerca a mí, y se produce en mí un conocimiento mas profundo, crece en mi alma un amor más perfecto".
• "Jesús, deseo la salvación de las almas, almas inmortales. En el sacrificio desahogaré mi corazón, en el sacrificio que ni siquiera alguien sospecha; me anonadaré y quemaré inadvertidamente en el sagrado fuego del amor de Dios. La presencia de Dios es la ayuda para que mi sacrificio sea perfecto y puro".
• "Jesús, en Ti confío, Jesús, Te amo con todo el corazón. En los momentos más difíciles Tú eres mi Madre".
• "Oh Jesús, Amigo del Corazón solitario, Tu eres mi puerto, Tu eres mi paz, Tu eres mi Única salvación. Tú eres la serenidad en los momentos de lucha y en el mar de dudas. Tú eres el rayo brillante que ilumina el sendero de mi vida. Tú eres todo para el alma solitaria. Tú comprendes al alma, aunque ella permanezca callada. Tú conoces nuestras debilidades y como un buen medico consuelas y curas, ahorrándonos sufrimientos, como un buen experto".
• "En cuanto entré en la capilla, la presencia de Dios me inundó. Sentia claramente que el Señor estaba a mi lado. Un momento después vi al Señor todo cubierto de llagas, y me dijo: Mira, con quien te has desposado. Yo comprendi el significado de esas palabras y contesté al Señor: Jesús, Te amo mas viendote tan herido y anonadado que como Te viera en Tu Majestad. Jesús preguntó: ¿Por qué? Contesté: Una gran Majestad me da miedo a mi, a esta pequeñita nulidad que soy, mientras que Tus llagas me atraen a Tu Corazon y me hablan de Tu gran amor hacia mi. Después de esta conversación se hizo el silencio. Miraba atentamente sus santas llagas y me sentia feliz sufriendo con Él. Sufriendo no sufria, porque me sentia feliz conociendo la profundidad de su amor".
• "Jesús me dijo que yo le agradaría mas meditando su dolorosa Pasión, y a través de esta meditación mucha luz fluye sobre mi alma. Quien quiera aprender la verdadera humildad, medite la Pasión de Jesús. Cuando medito la Pasión de Jesús, se me aclaran muchas cosas que antes no llegaba a comprender. Yo quiero parecerme a Ti, oh Jesús, a Ti crucificado, maltratado, humillado. Oh Jesús, imprime en mi alma y en mi corazón Tu humildad. Te amo, Jesús, con locura. Te [amo] anonadado, como Te describe el profeta, que por los grandes sufrimientos no lograba ver en Ti el aspecto humano. En este estado Te amo, Jesús, con locura. Dios Eterno e Inmenso, ¿qué ha hecho de Ti el amor....?"
• "Cuanto más Te conozco, tanto mas ardientemente Te deseo y anhelo".
• "Jesús ama a las almas escondidas. Una flor escondida es la que mas perfume tiene dentro de sí".
• "Oh Bien Supremo, deseo amarte como hasta ahora nadie Te ha amado en la tierra. Deseo adorarte con cada momento de mi vida y unir estrechamente mi voluntad a Tu santa voluntad. Mi vida no es monótona ni gris, sino variada como un jardín de flores perfumadas, donde no sé que flor recoger primero; el lirio del sufrimiento o la rosa del amor del prójimo o la violeta de la humildad".
• "Oh Jesús mío, deleite de mi corazón, Tu conoces mis deseos. Quisiera esconderme a los ojos humanos, viviendo de modo como si no viviera. Quiero vivir pura como una flor de campo; quiero que mi amor esté dirigido siempre hacia Ti, como la flor que gira siempre hacia el sol. Deseo que el perfume y la frescura de la flor de mi corazón estén siempre guardados exclusivamente para Ti. Quiero vivir bajo Tu mirada divina, ya que Tu solo me bastas. Cuando estoy Contigo, oh Jesús, no tengo miedo de nada, porque nada puede dañarme".
• "Deseo, Jesús mío, sufrir y arder con el fuego del amor en todos los acontecimientos de la vida. Pertenezco a Ti entera, deseo abismarme en Ti, oh Jesús, deseo perderme en Tu divina belleza. Tú me persigues, Señor, con Tu amor, como un rayo del sol penetras dentro de mí y transformas la oscuridad de mi alma en Tu claridad. Siento bien que vivo en Ti como una chispa pequeñita absorbida por un ardor increíble, en que Tú ardes, oh Trinidad impenetrable. No existe un gozo mayor que el amor de Dios. Ya aquí en la tierra podemos gustar la vida de los habitantes del cielo por medio de una estrecha unidad con Dios, misteriosa y a veces inconcebible para nosotros. Se puede obtener la misma gracia con la simple fidelidad del alma".
• "No sé, oh Señor, a qué hora vendrás, Por eso vigilo continuamente y presto atención, Yo, Tu esposa por Ti escogida, Porque sé que Te gusta venir inadvertidamente, Pero el corazón puro desde lejos Te sentirá, Señor. Te espero, Señor, entre la quietud y el silencio, Con gran añoranza en el corazón, Con un deseo irresistible. Siento que mi amor hacia ti se vuelve fuego Y como una llama ascenderá al cielo al final de la vida Y entonces se realizarán todos mis deseos".
• "Ven ya, mi dulcísimo Señor,
Y lleva mi corazón sediento
Allí, donde estás Tú, a las regiones excelsas del cielo,
Donde Tu vida dura eternamente.
La vida en la tierra es una agonía continua,
Mientras mi corazón siente que está creado para grandes alturas,
Y no lo atraen nada las llanuras de esta vida,
Porque mi patria es el cielo. Ésta es mi fe inquebrantable".
Santa Faustina Kowalska (1905-1938), apóstol de la Divina Misericordia
• Diario, versión PDF.
• Diario, versión en audio.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Teresa de Lisieux, la pequeña flor de Jesús
Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella. Y así como en la naturaleza todas las estaciones están ordenadas de tal modo que en el momento preciso se abra hasta la más humilde margarita, de la misma manera todo está ordenado al bien de cada alma".
• "Igual que las flores de la primavera comienzan a germinar bajo la nieve y se abren a los primeros rayos del sol, así también la florecita cuyos recuerdos estoy escribiendo tuvo que pasar también por el invierno de la tribulación".• "Si Dios no hubiese prodigado a su florecilla esos sus rayos bienhechores, nunca ella hubiera podido aclimatarse a la tierra, pues era todavía demasiado débil para soportar las lluvias y las tormentas, y necesitaba calor, el suave rocío y las brisas de primavera. Nunca le faltaron todas esas ayudas, Jesús hizo que las encontrase incluso bajo la nieve del sufrimiento".
•"Y creo que la Santísima Virgen debió de mirar a su florecita y sonreírle. ¿No la había curado ella con su sonrisa visible...? ¿No había ella depositado en el cáliz de su florecita a su Jesús, la Flor de los campos y el Lirio de los valles".
• "La pobre florecita había sido acostumbrada a hundir sus frágiles raíces en una tierra selecta, hecha expresamente para ella. Por eso se le hizo muy duro verse en medio de flores de toda especie, que tenían a menudo raíces muy poco delicadas, y obligada a encontrar en una tierra ordinaria la savia que necesitaba para vivir".• "Nuestra alma, en toda su lozanía, se abría como una flor, feliz de recibir el rocío de la mañana... Un mismo soplo mecía nuestras corolas, y lo que hacía gozar o sufrir a una hacía gozar o sufrir a la vez a la otra".
• "Me ofrecía a Jesús para ser su florecita..".
• "Todos los días hacía un gran número de prácticas, que eran otras tantas flores. Decía también un número todavía mayor de jaculatorias, que tú me habías escrito para cada día en el librito, y esos actos de amor eran los capullos de las flores".
· "Recibí aquella flor como una reliquia, y observé que, al querer cogerla, papá había arrancado todas sus raíces sin troncharlas, como si estuviera destinada a seguir viviendo en otra tierra más fértil que el blando musgo en el que habían transcurrido sus primeras alboradas... Era exactamente lo mismo que papá acababa de hacer conmigo poco antes al permitirme subir a la montaña del Carmelo y abandonar el dulce valle testigo de mis primeros pasos por la vida. Puse mi florecita blanca en mi libro de la Imitación, en el capítulo titulado: «Del amor a Jesús sobre todas las cosas», y todavía sigue allí. Sólo el tallo se ha roto muy cerca de la raíz, y Dios parece decirme con eso que pronto romperá los lazos de su florecita y que no la dejará marchitarse en la tierra".
· "La florecita trasplantada a la montaña del Carmelo tenía que abrirse a la sombra de la cruz; las lágrimas y la sangre de Jesús fueron su rocío, y su Faz adorable velada por el llanto fue su sol".
· "¡Qué fiesta tan hermosa la de la Natividad de María para convertirme en esposa de Jesús! Era la Virgencita recién nacida quien presentaba su florecita al Niño Jesús...".
· "Tú sabes bien, Madre querida, cómo me gustan las flores. Al hacerme prisionera a los 15 años, renuncié para siempre a la dicha de correr por los campos esmaltados con los tesoros de la primavera. Pues bien, nunca he tenido tantas flores como desde que entré en el Carmelo.
Es costumbre que los novios regalen con frecuencia ramos de flores a sus novias. Jesús no lo echó en olvido y me mandó, a montones, gavillas de jacianos, margaritas gigantes, amapolas, etcétera, todas las flores que más me gustan. Hay incluso una florecita, llamada la neguilla de los trigos, que yo no había vuelto a encontrar desde cuando vivíamos en Lisieux; tenía muchas ganas de volver a ver esa flor de mi niñez que yo cogía en los campos de Alençon. Pues también ella vino a sonreírme en el Carmelo y a mostrarme que, tanto en las cosas más pequeñas como en las grandes, Dios da el ciento por uno ya en esta vida a las almas que lo han dejado todo por su amor".
·"Ahora no tengo ya ningún deseo, a no ser el de amar a Jesús con locura... Mis deseos infantiles han desaparecido. Ciertamente que aún me gusta adornar con flores al altar del Niño Jesús. Pero desde que él me dio la flor que yo anhelaba, mi querida Celina, ya no deseo ninguna más: ella es el ramillete más precioso que le ofrezco".
· "¿Cómo acabará esta «historia de una florecita blanca»...? ¿Será tal vez cortada en plena lozanía, o quizás trasplantada a otras riberas...? No lo sé. Pero de lo que sí estoy segura es de que la misericordia de Dios la acompañará siempre, y de que nunca la florecita dejará de bendecir a la madre querida que la entregó a Jesús. Eternamente se alegrará de ser una de las flores de su corona... Y eternamente cantará con esa madre querida el cántico siempre nuevo del amor".
· "¿Pero cómo podrá demostrar él su amor, si es que el amor se demuestra con obras? Pues bien, el niñito arrojará flores, aromará con sus perfumes el trono real, cantará con su voz argentina el cántico del amor... Sí, Amado mío, así es como se consumirá mi vida... No tengo otra forma de demostrarte mi amor que arrojando flores, es decir, no dejando escapar ningún pequeño sacrificio, ni una sola mirada, ni una sola palabra, aprovechando hasta las más pequeñas cosas y haciéndolas por amor... Quiero sufrir por amor, y hasta gozar por amor. Así arrojaré flores delante de tu trono. No encontraré ni una sola en mi camino que no deshoje para ti. Y además, al arrojar mis flores, cantaré (¿puede alguien llorar mientras realiza una acción tan alegre?), cantaré aun cuando tenga que coger las flores entre las espinas, y tanto más melodioso será mi canto, cuanto más largas y punzantes sean las espinas. ¿Y de qué te servirán, Jesús, mis flores y mis cantos...? Sí, lo sé muy bien: esa lluvia perfumada, esos pétalos frágiles y sin valor alguno, esos cánticos de amor del más pequeño de los corazones te fascinarán. Sí, esas naderías te gustarán y harán sonreír a la Iglesia triunfante, que recogerá mis flores deshojadas por amor y las pasará por tus divinas manos, Jesús. Y luego esa Iglesia del cielo, queriendo jugar con su hijito, arrojará también ella esas flores -que habrán adquirido a tu toque divino un valor infinito- arrojará esas flores sobre la Iglesia sufriente para apagar sus llamas, y las arrojará también sobre la Iglesia militante para hacerla alcanzar la victoria...".
· "De un año y medio a esta parte, Jesús ha querido cambiar la forma de hacer crecer a su florecita; sin duda pensó que estaba ya suficientemente regada, pues ahora es el sol quien la hace crecer. Jesús no quiere ya para ella más que su sonrisa divina, y esa sonrisa se la da también por medio de usted, Madre querida. Y ese dulce sol, lejos de ajar a la florecita, la hace crecer de una manera maravillosa. En el fondo de su cáliz conserva las preciosas gotas de rocío que recibió, y esas gotas le recuerdan incesantemente que es pequeña y débil".
· "Quisiera que mi alma estuviese adornada toda ella de lirios para ir al encuentro de Jesús, pues no basta con llevarlos so?lo en el pelo: lo que los ojos de Jesús miran siempre es el corazón...".
· "Hagamos de nuestro corazón un pequeño jardín de delicias donde Jesús pueda venir a descansar... No plantemos más que lirios en nuestro jardín. Sí, lirios. Y no admitamos en él otras flores, pues éstas pueden ser cultivadas por otros, mientras que los lirios sólo las vírgenes pueden ofrecérselos a Jesús...".
· "Me parece que Dios no tiene necesidad de muchos años para realizar su obra de amor en un alma. Un rayo de su corazón puede, en un instante, hacer que su flor se abra para la eternidad...".
· "Quiere que su florecita le salve almas, y para eso no quiere más que una cosa: que su flor le mire mientras sufre su martirio... Y ese misterioso intercambio de miradas entre Jesús y su florecita hará maravillas y dará a Jesús una multitud de otras flores".
· "Las escarchas y el rigor del invierno, en vez de retrasarla, la hicieron brotar y florecer... Nadie se fijó en ello, ¡es tan pequeña esta flor, tan poco brillante...! Tan sólo las abejas conocen los tesoros que encierra su cáliz misterioso, compuesto de una multitud de pequeños cálices, a cuál más rico... Al igual que las abejas, Teresa ha comprendido este misterio: el invierno es el sufrimiento, el sufrimiento incomprendido, desconocido, tenido como inútil a los ojos de los profanos, pero fecundo y poderoso a las miradas de Jesús y de los ángeles que, cual abejas vigilantes, saben recoger la miel contenida en los misteriosos y múltiples cálices que simbolizan a las almas, o, mejor, a los hijos de la florecilla virginal...
Celina, necesitaría volúmenes enteros para escribir todo lo que pienso acerca de esta florecita. Para mí ¡es una imagen tan perfecta de tu alma! Sí, Jesús ha hecho caer sobre ella las escarchas, en lugar del cálido sol de sus consuelos, pero el efecto que él esperaba se ha producido: la humilde plantita ha crecido y florecido casi de golpe... Celina, cuando una flor se abre, no hay más que cortarla, ¿pero cuándo y cómo cortará Jesús su florecilla...? ¡Tal vez el color rosado de su corola esté indicando que lo hará por el martirio...! Sí, siento renacer mis deseos. Quizás Jesús quiera, después de habernos pedido, por así decirlo, amor por amor, pedirnos también sangre por sangre y vida por vida... Mientras tanto, tenemos que dejar que las abejas liben toda la miel de los pequeños cálices, no guardarnos nada para nosotras, dárselo todo a Jesús, y luego decir, como la flor, en la tarde de nuestra vida: «¡La tarde, ha llegado la tarde!». Entonces, todo habrá terminado..., y a las escarchas les sucederán los dulces rayos del sol, y a las lágrimas de Jesús las sonrisas eternas...
¡No, no nos neguemos a llorar con él durante un día, pues gozaremos de su gloria durante una eternidad...!".
· "Quiero hablarte de algunos de esos misterios escondidos en mi florecita.
Jesús, para alegrar nuestra vista e instruir nuestras almas, ha creado una gran multitud de pequeñas margaritas. Y veo con asombro cómo, al amanecer, sus corolas rosadas están vueltas hacia la aurora: esperan la salida del sol. Tan pronto como este astro radiante envía sobre ellas uno de sus cálidos rayos, las tímidas florecillas entreabren sus cálices y sus lindas hojas forman una especie de corona que, dejando al descubierto sus corazoncitos amarillos, dan de pronto a estas flores un gran parecido con el sol que las hiere con su luz. Durante todo el día las margaritas no cesan de mirar fijamente al sol, y van girando como él hasta la tarde; luego, cuando él desaparece, ellas cierran enseguida sus corolas, que, de blancas, se tornan de nuevo rosadas...
Jesús es el sol divino, y las margaritas son sus esposas, las vírgenes. Cuando Jesús mira a un alma, le da inmediatamente su parecido divino, pero es preciso que esa alma no deje de fijar en él solo su mirada.
Para explicar los misterios de las margaritas, tendría que escribir todo un volumen, pero mi Celina lo comprende todo. Pero eso, quiero hablarle ahora de los caprichos de Jesús...
Jesús, en su pradera, tiene muchas margaritas, pero están separadas, y cada una recibe independientemente de las otras los rayos del sol. Un día, el esposo de las vírgenes se asomó a la tierra y unió estrechamente dos pequeños capullos apenas abiertos; sus tallos se fundieron en uno solo, y una sola mirada los hizo crecer. Esas dos florecitas, hechas una sola flor, se abrieron juntas, y ahora la doble margarita, con la mirada fija en su sol divino, cumple su misión, que es única... Celina, sólo tú puedes comprender mi lenguaje. A los ojos de las criaturas, nuestra vida parece muy diferente, muy distanciada; pero yo sé que Jesús ha unido nuestros corazones de una manera tan maravillosa, que lo que hace latir a uno hace también estremecerse al otro...
«Donde está vuestro tesoro allí está vuestro corazón». Nuestro tesoro es Jesús, y nuestros corazones no forman más que una sola cosa en él. La misma mirada ha cautivado nuestras almas, una mirada velada de lágrimas que la doble margarita ha decidido enjugar. Su humilde y blanca corola será el cáliz que recogerá los diamantes preciosos, para luego verterlos sobre otras flores que, menos privilegiadas, no habrán fijado en Jesús las primeras miradas de sus corazones... Tal vez, al atardecer de su vida, la margarita presente al esposo divino su corola teñida de rosa...".
· "Mientras juega con las flores que su esposa querida le ha llevado a la cuna, Jesús piensa qué podrá hacer para agradecérselo... Allá arriba, en los jardines del cielo, los ángeles, servidores del divino Niño, trenzan ya las coronas que su corazón tiene reservadas para su amada.
Mientras tanto, ha llegado la noche. La luna envía su resplandor de plata, y el Niño Jesús se duerme... Su manita no suelta las flores con que se ha divertido a lo largo del día su corazón continúa soñando con la felicidad de su esposa querida.
Muy pronto, allá en la lejanía, divisa unos objetos extraños que no tienen ningún parecido con las flores primaverales. ¡Una cruz...! ¡Una lanza...! ¡Una corona de espinas! Y sin embargo, el divino Niño no tiembla. ¡Eso es lo que él escoge para demostrar a su esposa cuánto la ama...! Pero esto no basta todavía. Su rostro infantil y tan hermoso, lo ve desfigurado, ¡sangrante...!, ¡irreconocible...! Jesús sabe muy bien que su esposa siempre lo reconocerá, y que cuando todos lo abandonen ella seguirá a su lado. Por el eso el divino Niño sonríe ante esa imagen sangrante, y sonríe también ante el cáliz lleno del vino que hace germinar a las vírgenes. Sabe que en la eucaristía los ingratos lo van a abandonar, pero Jesús piensa en el amor de su esposa y en sus delicadezas. Ve cómo las flores de sus virtudes perfuman el santuario, y Jesús niño sigue durmiendo dulcemente... Espera a que las sombras declinen..., a que la noche de la vida sea reemplazada por el día radiante de la eternidad...
En ese día Jesús devolverá a su amada esposa las flores que ella le dio, para consolarlo, en la tierra... En ese día inclinará hacia ella su Faz divina, toda radiante de gloria, ¡¡¡y hará gustar eternamente a su esposa la dulzura inefable de su beso divino...!".
· "Es cierto que, para encontrar almas grandes, hay que venir al Carmelo: al igual que en las selvas vírgenes, germinan en él flores de un aroma y de un brillo desconocidos para el mundo. Jesús, en su misericordia, ha querido que, entre esas flores, crezcan otras más pequeñas. Nunca podré agradecérselo bastante, pues, gracias a esa condescendencia, yo, pobre flor sin brillo alguno, me encuentro en el mismo jardín que esas rosas, mis hermanas".
"Flores Místicas destinadas a formar una Cesta de Bodas.
Se oyó una voz: "Que llega el Esposo, salid a recibirlo..."
Rosas blancas: ¡Jesús, purifica mi alma para se haga digna de ser tu esposa!
Margaritas: ¡Jesús, concédeme la gracia de realizar todos mis actos sólo por complacerte a ti!
Violetas blancas: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!
Lirio de los valles: Santa Teresa, Madre mía, enséñame a salvar almas, para que pueda ser una verdadera carmelita.
Agavanzo: Jesús, a ti sólo sirvo cuando sirvo a mis Madre y a mis hermanas.
Flores de té: Jesús, María y José, concededme la gracia de hacer unos buenos ejercicios espirituales y preparad mi alma para el hermoso día de mi profesión.
Campanillas blancas: Santa María Magdalena, obtenme la gracia de que mi vida no sea más que un acto de amor.
Madreselva: Jesús, enséñame a renunciar siempre a mí misma para agradar a mis hermanas.
Vincapervincas blancas: Dios mío, yo te amo con todo el corazón.
Peonías blancas: Dios mío, mira el Rostro de Jesús y convierte en elegidos a los pobres pecadores.
Jazmín: Jesús, no quiero probar ninguna alegría fuera de ti.
Miosotis blancas: Santo ángel de mi guarda, cúbreme siempre con tus alas, para que nunca tenga la desgracia de ofender a Jesús.
Reina de los prados: María, Madre mía querida, concédeme la gracia de no empañar nunca la vestidura de inocencia que me vas a dar el día de mi profesión.
Verbenas blancas: Dios mío, creo en ti, espero en ti, y te amo con todo el corazón.
Lirios blancos: Dios mío, te doy gracias por todas las gracias que me has concedido durante estos ejercicios.
Ha llegado el Gran Día.
Flor de lis: ¡¡¡Mi Jesús amado, tú eres ya todo mío y yo soy ya para siempre tu humilde esposa...!!!"
· "Como blanca margarita que vive mirando al cielo, tú has de ser la flor sencilla del Niño de Navidad".
· "Tú eres la flor, Rey mío, que yo corto. Jesús, Lirio del valle, me cautivó tu aroma. Ramillete de mirra, corola perfumada, dentro del corazón quiero guardarte y en él darte mi amor".
· "¡Siempre, Jesús, mi Amado y perfumado Lirio, florece en mí".
· "Jesús, Amado mío, al pie de tu calvario quiero, todas las tardes, arrojarte mis flores, deshojarte mi rosa y enjugar con sus pétalos tu llanto, mi Señor.
¡Arrojarte mis flores, ofrecerte en primicia sacrificios pequeños, mis suspiros más leves, mis dolores más hondos, y mi dicha y mis penas..., arrojarte mis flores y mi rosa, Señor!
De tu inmensa belleza se ha prendado mi alma. Yo quiero prodigarte mis flores y perfumes, por tu amor arrojarlos sobre el ala del viento e inflamar corazones para ti, mi Señor.
Y cuando sufro y lucho por salvar pecadores, arrojarte mis flores. Mis flores son el arma que me da la victoria. Te desarmo y te venzo con mis flores, Señor. Mis flores con sus pétalos acarician tu rostro y te dicen que es tuyo todo mi corazón. De mi rosa en deshoje tú entiendes el lenguaje, miras y le sonríes a mi amor tú, Señor.
¡Arrojarte mis flores, repetir mi alabanza es mi única alegría, es todo mi placer en este oscuro valle de sombras y de lágrimas! Al cielo pronto iré, con los pequeños ángeles iré a arrojarte flores ¡mis flores, oh Señor!"
· "Ah, si yo fuese flor de primavera que cortar pronto mi Señor quisiera".
· "Jesús, cuando te veo que abandonas los brazos de tu Madre, y tenido por ella, ensayas, vacilante, por nuestra triste tierra tus indecisos y primeros pasos, yo quisiera ir delante deshojando una rosa blanca y fresca, y así tu piececito posaría muy suave y dulcemente sobre una flor.
La rosa deshojada, ¡oh mi Niño divino!, es la más fiel imagen del corazón que quiere a cada instante por tu amor inmolarse enteramente. Hay muchas rosas frescas que gustan de brillar en tus altares y se entregan a ti. Mas yo anhelo otra cosa: deshojarme...
La rosa en su esplendor puede, mi Niño, embellecer tu fiesta. A la rosa en deshoje se la olvida, se la tira y arroja al capricho del viento. La rosa, deshojándose, se entrega a cada instante con ansia de no ser.
Como ella, quiero yo buscar mi dicha dándome, mi Jesús, del todo a ti.
Se pasa sobre pétalos de rosa deshojada, y se pisan sin pena. Y esos muertos despojos son un simple ornamento, dispuestos al azar, sin arte y sin estudio, lo comprendo... Yo prodigué mi vida, prodigué mi futuro por tu amor, ¡oh Jesús! A los ojos profanos de los hombres, como rosa marchita para siempre un día moriré...
Mas moriré por ti, ¡oh Niño mío, hermosura suprema! ¡Oh suerte venturosa! Deshojándome quiero demostrarte mi amor, ¡oh, mi tesoro...! A zaga de tus pasos infantiles, escondida vivir quiero aquí abajo. Y aun suavizar quisiera tus últimas pisadas camino del Calvario..."
· "Seguí siendo pequeñita, sin otra ocupación que la de recoger flores, las flores del amor y del sacrificio, y ofrecérselas a Dios para su recreo".
· "Cuando esté en el cielo, tendréis que llenar a menudo mis manos de oraciones y de sacrificios, para darme el gusto de arrojarlos en lluvia de gracias sobre las almas". "Será como una lluvia de rosas".
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia.
• "Historia de un alma", versión en PDF.
• "Historia de un alma", versión en línea.
• Consejos y recuerdos, versión en línea.
• Cartas, versión en PDF.
• Escritos varios, versión en PDF.
• Oraciones, versión en línea.
• Poesías, versión en PDF.
• Últimas conversaciones, versión en PDF.
• Santuario de Lisieux, web.
• Carmelo de Lisieux, web.
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