sábado, 18 de octubre de 2014

Ante tu sagrada morada


Cuando mis ojos de niña por fin se posaron sobre los tuyos
descubrí en ellos que desde el seno materno tu mirada me buscaba.
Entonces, sonrojada, ante tu sagrada morada bajé mi mirada.
Reconocíme tocada por tu gracia,
amada desde siempre,
llamada a tu estancia.
Desperté a mi verdadero yo
en tu Real Vos.


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